En 1954, cuando tenía 11 años, comenzó a darse cuenta de que cuando corría (le gustaba competir) le faltaba el aire y se mareaba. Al principio no le hizo caso pensando que sería porque no había desayunado bien, porque había tomado demasiado sol…, ella sabía que muchas personas en su ciudad estaban desarrollando “la enfermedad de la bomba atómica”. Finalmente, tuvieron que llevarla al hospital donde fue diagnosticada con leucemia.
Tenía una amiga llamada Chizuko. Dice el libro de la autora Eleanor Coerr:
“Esa tarde, Chizuko fue la primera visitante de Sadako. Sonreía misteriosamente
mientras sostenía algo detrás de su espalda.
-"Cierra los ojos" le dijo
Mientras Sadako cerraba sus ojos, Chizuko le puso unas piezas de papel y
tijeras en la cama.
- “Ahora puedes abrirlos” -le dijo.
- “¿Qué es?” -preguntó Sadako fijando su mirada en el papel.
Chizuko estaba contenta con ella misma.
- "He encontrado la manera de hacer que estés bien” -dijo con
orgullo-. “¡Mira!”.
- “¿Cómo es que esta ave de papel me va a curar?”
- “¿No recuerdas la historia de la grulla?” -le preguntó Chizuko-. “Se
supone que vive durante mil años. Si una persona enferma hace mil grullas de
papel, los dioses le concederán su deseo y la aliviarán”.
Le entregó la grulla a Sadako.
- “Aquí tienes tu primera grulla” -le dijo mientras se la ofrecía.
Las enfermeras comenzaron a colgar del techo cada grulla que Sadako
hacía. Le conseguían papel para que pudiera continuar haciendo sus grullas,
pero la enfermedad se lo impedía a ratos. Había días buenos, y días malos.
Estaba internada en un hospital que trataba a
personas con cáncer, enfermedad que comenzó a presentarse con alarmante
frecuencia entre las personas de su ciudad. Así que comenzó a pedir no solo por su salud,sino por la de todos los enfermos.
Sadako murió en 1955, habiendo hecho solo 644 grullas. Sus compañeros de
escuela hicieron las 356 que faltaban para llegar a las mil grullas y que
Sadako fuera enterrada con ellas.
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